Los desórdenes fisiológicos o abióticos se distinguen de otro tipo de trastornos por el hecho de que no son causados por organismos vivos (tales como virus, bacterias, hongos, insectos, etc.), sino que son el resultado de la influencia de factores medioambientales, de las prácticas culturales llevadas a cabo durante el desarrollo del cultivo y de mutaciones genéticas. Estos desajustes suelen ser causados por falta o exceso de algún elemento esencial para la vida, y las manifestaciones de sus efectos van desde síntomas leves, no apreciables a simple vista, a severas malformaciones y desarrollos raquíticos. Desafortunadamente, este tipo de trastornos son difíciles de identificar e irreversibles en la mayoría de los casos.

Los desórdenes fisiológicos pueden afectar a las plantas en cualquier etapa de su ciclo vital. Tienen lugar sin la intervención de agentes infecciosos, por lo que no pueden ser transmitidos, pero sí pueden actuar como canal de acceso para patógenos. Cuando tratamos dichos trastornos estamos, generalmente, lidiando con las consecuencias de algo que ya ha tenido lugar anteriormente.

Los desórdenes abióticos suelen ser clasificados según el factor causante o atendiendo a sus síntomas. En este artículo os ofrecemos una breve descripción de algunos de ellos.

Image
Los desórdenes fisiológicos en las plantas
Micrografía por barrido electrónico (SEM – Scanning Electrón Micrograph) de un estoma abierto en la superficie de una hoja de tabaco (superior), y un estoma cerrado en la superficie de una hoja de acedera (inferior). Incluso un estrés moderado puede causar el cierre de los estomas de las hojas, reduciéndose así la producción fotosintética.

Estrés ambiental

Las plantas pueden estar sujetas a numerosos tipos de estrés ambiental. Sequía, temperaturas extremas y exceso de luz son factores medioambientales que pueden afectar al desarrollo y calidad de las plantas. El estrés ambiental es muy difícil de controlar en cultivos de exterior, y aunque los invernaderos suavizan los efectos de estos factores, no pueden ser eliminados por completo.

Inundaciones y sequía
El agua resulta esencial para que las plantas puedan absorber los nutrientes del suelo y transportarlos a través de su sistema. La falta de humedad en el suelo puede inhibir considerablemente el desarrollo de la planta. Incluso un estrés moderado puede dar lugar a que los estomas de las hojas comiencen a cerrarse, reduciendo así la producción fotosintética. El marchitamiento de la planta es el síntoma inicial más común derivado del estrés por sequía. Sin embargo, un exceso de riego puede acabar con una planta más rápidamente que una carencia del mismo. En un suelo anegado no habrá suficiente oxígeno para las raíces, lo cual dará lugar a que comience la respiración anaeróbica de las mismas, desatando así la producción de compuestos tóxicos en la planta. Los síntomas de un exceso de riego incluyen el marchitamiento de la planta, un amarilleamiento de las hojas, la podredumbre del sistema radicular y un crecimiento irregular.

Daños producidos por el frío y las heladas
El frío y las heladas son algunos de las principales factores que pueden dañar una cosecha de plantas delicadas, aunque las plantas resistentes pueden sufrir igualmente si sus retoños son expuestos a heladas tras un periodo de clima cálido. Los síntomas pueden afectar a muchos tipos de plantas y aparecerán con frecuencia durante la noche en forma de un oscurecimiento de las hojas y los tallos, o de una decoloración de las yemas y las flores. Las flores afectadas por las heladas pueden llegar a no producir fruto.

Estrés producido por calor y quemaduras foliares
El calor extremo puede dañar a las plantas directamente, pero, generalmente, las lesiones producidas por el exceso de calor tienen lugar debido a la falta de agua y humedad. Las plantas también pueden sufrir quemaduras foliares cuando el follaje que suele estar a la sombra es expuesto a la luz del sol durante periodos secos y de altas temperaturas. Cuando las temperaturas son extremadamente altas, las plantas necesitan absorber agua por las raíces para llevarla a las hojas y los tallos. El agua abandonará la planta a través de los estomas en forma de vapor de agua -proceso conocido como transpiración-, permitiendo el enfriamiento de las hojas y del resto de la planta, y previniendo así los daños provenientes del estrés sufrido por exceso de calor. Sin embargo, si la planta no dispone de suficiente agua, sacrificará parte de su superficie foliar.

Image
Los desórdenes fisiológicos en las plantas
Tomates amoratados y descoloridos, dañados por las heladas. La planta del tomate (Lycopersicon esculentum) es una planta herbácea anual proveniente de Sudamérica. Al contrario que las especies de climas templados, esta planta no soporta las inclemencias de las heladas, produciéndose cristales de hielo en su interior y la ruptura de sus paredes celulares. Los tejidos dañados acaban liberando enzimas que degradarán el área afectada, quedando expuesto así el tejido a los agentes causantes del deterioro.

Estrés derivado de las prácticas de cultivo

Los factores causantes de estrés en las plantas derivados de las prácticas de cultivo se suelen dar en cultivos específicos de una determinada planta, en un lugar y con un objetivo definidos. Las prácticas de cultivo están diseñadas para estimular y mantener el crecimiento y desarrollo de una planta, sin embargo, también pueden ser causa de problemas abióticos.

Exceso o carencia de nutrientes
Todas las plantas reaccionan al exceso o carencia de nutrientes. Algunas reacciones son fácilmente reconocibles, pero otras no. Las plantas pueden atrofiarse, deformarse o mostrar daños en las hojas. Diferentes desequilibrios de nutrientes provocarán diferentes reacciones; un desajuste en los niveles de un nutriente determinado puede dar lugar a la disponibilidad de otro, deseado o no.

Daños químicos
La dosificación incorrecta de cualquier producto químico, al igual que su aplicación en el momento equivocado, puede causar daños físicos a la planta. La mayor parte de los daños causados por productos químicos provienen del uso excesivo de pesticidas, en el momento equivocado o durante las horas de calor. Un uso negligente de los herbicidas puede dar lugar a que su dispersión alcance áreas no deseadas, causando daños no intencionados en las plantas e incluso la muerte de plantas a las que estos no iban dirigidos. Los daños químicos pueden manifestarse como manchas rojizas, amarillentas o de tonos marrones en las hojas, puntas de las hojas amarronadas, plantas atrofiadas o deformadas, el oscurecimiento generalizado de los tejidos de la planta o la muerte de esta.

Estrés mecánico y daños físicos
Los daños físicos pueden ser causados por personas, maquinara, viento, animales, etc. Todos estos factores pueden causar daños en los tejidos que podrían servir de puerta de acceso a enfermedades. Las diferencias en el movimiento del aire, la vibración o el manejo de las plantas pueden causar estrés mecánico. Simplemente el doblar el tallo de una planta o agitarla, aunque solo sea durante unos minutos cada día, puede restringir el alargamiento del tallo y provocar una disminución de su peso, ya se trate de una planta fresca o seca.

Desajustes genéticos o hereditarios

Aunque se trata de un factor interno, y no de un daño causado por factores externos, las plantas pueden manifestarse de un modo diferente cuando su sistema genético no funciona correctamente. Los síntomas pueden aparecer en forma de hojas multicolor, tallos deformados, cambios de coloración en semillas y flores o un menor crecimiento de la planta, entre otros. Algunas de estas mutaciones han sido específicamente seleccionadas y explotadas para crear nuevas variedades con caractereísticas definidas, plantas comerciales en su mayoría con multicoloración o con ciertas diferencias, el producto de un cultivo con determinados cruces de plantas para conseguir las características deseadas y no el resultado de un defecto genético natural.