Como ya sabréis, la palabra 'banzai' es un grito de batalla japones que significa 'diez mil años', aunque hoy en día se utiliza, principalmente, como una expresión de entusiasmo. Por el contrario, y a pesar del parecido, 'bonsái' es una de los conceptos más pacíficos y calmados que puedas imaginar, cero agresividad implícita, justo lo contrario que banzai, así que relájate y busca un lugar cómodo para acompáñame a explorar el arte asiático ancestral de los bonsáis.

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Cultívalo tú mismo: Bonsáis

De lo que estamos hablando cuando hablamos de bonsáis es de árboles en miniatura. Se les mantiene pequeños deliberadamente para que parezcan una copia a menor escala de los árboles a tamaño real. A priori parece fácil, pero, como ocurre con la mayoría de las cosas que lo parecen, no lo es, ya que a estas pequeñas formas de horticultura artística les rodea un vasto mundo de conocimiento ancestral.

Comencemos por un par de conceptos básicos. La palabra bonsái está formada de dos caracteres japoneses, 'bon' y 'sai'. Bon es el tiesto, bandeja o contenedor y sai es el árbol, y se utiliza tanto para plantas de interior como de exterior. El origen de la palabra bonsái lo encontramos en la palabra china P'en Tsai, que tiene un sonido familiar y casi el mismo significado, y es que el arte del bonsái no se originó en Japón, sino en China.

A todos nos encantan los souvenirs

La primera imagen de un bonsái conservada se puede ver en un mural del mausoleo de Qianling, en la tumba erigida para el príncipe heredero Zhangfuai durante la dinastía Yang, en el año 706. A pesar de no disponer de la tecnología aeronáutica de hoy en día, ya se realizaban viajes alrededor del mundo y se adquirían souvenirs para llevarlos a casa, y un ejemplo de ello son miembros del personal de la embajada imperial y estudiantes budistas de Japón que volvían a casa de su viaje a China ya por aquel entonces con preciados recuerdos y, entre ellos, bonsáis.

Ideal humano

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Photo courtesy of Jennifer Boyer

Alrededor del año 970 se escribió el primer libro de ficción japonesa, titulado Utsubo Monogatari (Cuento del árbol hueco), el cual incluye el siguiente pasaje: “Un árbol al que se deja crecer en su entorno natural es un producto en bruto, y serán necesarios la cercanía y los cuidados amorosos del ser humano para que llegue a despertar nuestra admiración”. De esta cita podemos extraer que la norma que regía el ideario de belleza por aquel entonces es que la belleza natural solo se convertiría en belleza verdadera una vez fuese modificada de acuerdo a ideal de belleza del ser humano.

Parece algo retrógrado, pero en aquel momento nosotros aun vivíamos en casas de paja, mientras que nuestros amigos orientales estaban escribiendo libros sobre el cultivo de árboles en miniatura y perfeccionando la técnica hasta convertirla en un arte.

Pero el arte del bonsái no solo gira en torno a la creación de belleza, de hecho, reducir nuestra interpretación a esto no podría quedar más lejos del verdadero espíritu del arte del cultivo del bonsái. El mayor reto para un cultivador de bonsáis es sacar a la luz la esencia del árbol mismo.

El arte del bonsái trata de contar una historia mediante una ilusión viva, y es que cuando ves un gran bonsái solo puedes desear ser diez veces más pequeño para poder echarte en su tronco perfecto en un soleado día de verano.

Desafiando al estrés

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Photo courtesy of Jennifer Boyer

Todos los cultivadores de bonsáis comparten la misma preocupación sobre si serán capaces de alterar el proceso de crecimiento manteniendo la planta sana. La clave para ello está en controlar el nivel de estrés que podrá soportar la planta sin enfermar. Pero no estamos hablando de estrés psicológico como lo entiende la raza humana, sino la práctica de horticultura consistente en saber cuánto es demasiado o demasiado poco. Este principio se puede aplicar a todos los aspectos del cultivo del bonsái incluyendo aire, agua, tierra, luz solar, nutrientes, temperatura, altitud, poda y todos los restantes que entren en juego. El reto es es desear aprender, experimentar y aceptar los resultados de tus esfuerzos.

Ten un poco de paciencia

Otro aspecto a tener en cuenta en el cultivo del bonsái es el tiempo, porque se necesita una gran cantidad de este. El proceso de crecimiento lleva tiempo y no hay atajos. Un año de crecimiento es la marca por la que el se mide el éxito. No hay sustituto para el tiempo, es siempre constante y siempre se mueve hacia adelante. Podría nombrar varios proverbios orientales pero solo mencionaré uno: se dice que con el estudio de los bonsáis uno aprenderá mucho más que solo acerca de los bonsáis.

Una vez hayas masterizado el arte del bonsái y tu árbol sea una miniatura viva de uno a tamaño real, hay muchas posibilidades de que este viva más que tú. Hay bonsáis del siglo XVII que aun siguen entre nosotros. Uno de los más antiguos es considerado uno de los tesoros nacionales de Japón, un pino de cinco agujas de más de 500 años llamado Sandai-Shogun-No Matsu, que se plantó como bonsái en el año 1610. El primer informe realizado por un occidental del un árbol enano data del año 1962 y la autoría pertenece a George Meister.

Hablar de bonsáis es hablar de árboles, árboles en miniatura que son iguales que los de tamaño real, pero más bellos. También significa hablar de tiempo y espacio, vida y actitudes. Históricamente, el bonsái formaba parte de la cultura japonesa y era considerado una parte importante de la herencia familiar. Pero el bonsái también puede simplemente suponer un pasatiempo horticultural que no requiere más de un nivel básico de sentido común de jardinería, algunas habilidades artísticas y mucha paciencia. ¿Estás preparado para ponerte manos a la obra?

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Cultivemos un bonsái: cinco reglas de oro

Existe una gran cantidad de libros que tratan sobre el arte del cultivo del bonsái, por lo que no va a ser posible darte una guía completa de cómo hacerlo, pero sí te vamos a poder hablar de cinco reglas de oro. Sigue estas reglas y puede que un día llegues a tener tu propio árbol enano maravilloso.

1. Riega a consciencia

No lo encharques o lo dejes sediento, el suelo debe estar húmedo al tacto todo el tiempo, nunca dejes que se seque completamente, pero deja que comience a secarse antes de regarlo de nuevo. Asegúrate de ver el agua saliendo por debajo de la maceta para que el sistema radicular tenga su ración de agua.

2. No lo coloques en cualquier lugar

Mantenlo siempre en el mismo sitio, porque, al igual que pasa con la vivienda, ¡el lugar lo es todo! Asegúrate de que en ese lugar haya la cantidad de luz, calor y humedad adecuada para la especie de tu bonsái. Será diferente para diferentes especies, pero la mayoría de bonsáis necesitan mucha luz.

3. Fertilízalo regularmente

Será necesario que le proporciones los nutrientes que se van perdiendo con el riego. Hay muchas especies de bonsáis, por lo que también hay muchos tipos de fertilizantes. Deberías fertilizar cuando el suelo esté húmedo. Muchos de los fertilizantes funcionan mejor si son añadidos en los meses de crecimiento, que suelen ser primavera y verano.

4. Poda con asiduidad

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Nunca olvides la poda, especialmente en primavera y verano, que tendrás que cortar hojas y nuevos brotes para que el árbol no crezca demasiado grande. El principal propósito de la poda es deshacerte de las ramas muertas así como de las raíces que se han salido de la maceta. Esta poda suele realizarse en invierno, que es cuando muchas de las especies de bonsáis tienen un periodo inactivo. Ten cuidado de no tocar el tronco cuando realices los recortes y la poda.

5. No le cambies la maceta a lo loco

Tienes que saber cuándo puedes cambiársela. Llegará un momento en que las raíces llenarán la maceta haciendo que la planta no quepa en ella. Sabrás que esto está ocurriendo si empiezas a ver raíces largas rodeando la bola del área radicular o el interior de la maceta. Cuando lo replantes podrás podar las raíces. El mejor momento para replantarlo es durante su periodo inactivo o una temporada de crecimiento lento.

¡Larga vida a tu bonsái!

Foto del banner por bobosh_t (Ted)

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