No nos cabe duda de que si no existiese la menta mucha gente andaría por ahí con alitosis (mal aliento para todos) y es un hecho que el frescor del sabor y del olor del mentol, el aceite derivado de la menta, ha mejorado la experiencia de más de un beso, lo cual no está nada mal para una humilde planta que, en la mitología griega, comenzó siendo una ninfa. ¿Preparado para refrescarte?
¡Cultivémosla!
Cuando oyes las palabras “menta fresca” en un cálido día de verano una de las primeras cosas que se te vienen a la cabeza es una ramita de menta verde en una coctelera. Esta humilde plantita, endulzada con azúcar o miel o al natural (lo que te funcione mejor), es el símbolo marroquí de la hospitalidad y el refresco de los hombre mayores que se sientan en las calurosas calles de la medina a jugar al ajedrez o, simplemente, a ver la vida pasar.
En climas más fríos del norte la menta también es utilizada seca o congelada para dar sabor y decorar el cordero asado, verduras, salsas y postres cremosos. Estamos hablando de una amiga muy versátil para los chefs de todo el mundo, a muchos de los cuales les gusta añadirla troceada en los huevos revueltos y tortillas para darle un toque especial, o a sustitutos del huevo para mejorar su sabor (siempre añadir al final, porque si se la calienta demasiado amargará). Las hojas de menta fresca también le dan un toque de frescor a las ensaladas.
Asimismo, unas hojas de hierbabuena o menta te ayudarán a reducir los efectos del tanino y la cafeína de tu té favorito. Enjuágalas y échalas directamente en la tetera o en la taza y espera 2-3 minutos antes de beberlo para que coja sabor.
Menta, una pequeña muy saludable
Sea cual sea el modo en el que disfrutes de la menta, tienes que saber que es buenísima para tu salud. De hecho, la razón por la que la mayoría de nuestros ancestros la cultivaban, allá por el 1500 a.C., era, precisamente, por sus muchos beneficios para la salud. La menta era usada como hierba medicinal para tratar el dolor de estómago y de pecho, de hecho, los romanos, que sabían de todo un poco, hacían una infusión para aliviar el dolor de estómago poniendo hojas secas de menta en agua hirviendo y luego bebiéndolo frío, que es algo que aun se sigue haciendo hoy en día, solo que a este té se le conoce con el nombre de monstranzo. En la Edad Media se utilizaba menta en polvo para blanquear los dientes -parece que la gente ya era presumida por aquel entonces-, y, aun hoy, los naturalistas la usan para tratar los cálculos biliares, el síndrome del intestino irritable y el resfriado común. Pero es que, además, el té de menta es un gran diurético y también ayuda con la digestión.
Toda la menta contiene mentol, el aceite volátil que le confiere a la menta su característico frescor y la sensación de limpieza que provoca. El mentol es ingrediente de muchos cosméticos, algunos perfumes y también de pastas de dientes. Además, el aceite de mentol y el esencial de menta son ampliamente utilizados en medicina como componentes de muchos medicamentos y son muy utilizados en aromaterapia.
La menta pertenece a una larga familia con más de 30 especies, siendo las más comunes la menta y la hierbabuena. Es una planta nativa del Mediterráneo y el oeste asiático y es muy común que se mezclen las variedades, resultando difícil distinguirlas incluso para los expertos.
Mítica menta
Los griegos creían que la menta podía aclarar la garganta y curar el hipo. De hecho, la menta es parte de la mitología griega y, según la leyenda, existió una ninfa llamada Mente (o Menta) que cometió el tremendo error de convertirse en la amante de Hades (dios del inframundo). La enfurecida esposa de este, Perséfone, se volvió loca de celos y convirtió a Mente en una humilde planta que sería pisada por todos. Hades no pudo deshacer el hechizo, pero pudo suavizarlo confiriéndole a Mente un dulce aroma con el que perfumaría el aire cuando se pisase sobre ella, y no se puede negar que en las cálidas noches de verano el seductor aroma de las hojas de menta machacada resulta especialmente estimulante.
Cómo cultivarla
Seguramente ya te habremos convencido para que la cultives, pero ¿cómo?, pues resulta ser una de las plantas más fáciles de cultivar. La menta es una planta perenne y sus semillas pueden sembrarse en macetas o en el suelo. Una vez agarra es muy fácil de propagar simplemente con esquejes, transplantándolos siempre una vez las raíces estén establecidas.
La menta necesita suelo húmedo y sol moderado. Crecerá entre y alrededor de cualquier planta, al igual que las malas hierbas. Es persistente y siempre parece decidida a expandirse por todo el huerto. El truco es cortarla constantemente para restringir su crecimiento y evitar así que se esparza como el fuego y se haga con todo el lugar. Los estolones de la menta son unos de los más agresivos del mundo de las plantas. Si la plantas en el suelo, el primer año te preguntarás a que viene tanto alboroto, el segundo encontrarás algunos brotes por aquí y por allá, y el tercero ¡aparecerá llamándote por la ventana del dormitorio! La menta es capaz de crecer 6 metros en profundidad, rodear el bloque de malas hierbas y salir por el otro lado, incluso sin agua, en mitad del verano.
También puedes cultivar menta en macetas con otras hierbas. Dice la leyenda que es buena para repeler las hormigas, los ratones y las moscas. Pon hojas de menta cerca de la comida, camas y armarios y/o úsala para darle sensación de frescor a tu casa y llevar su fragancia herbal a cada habitación.
Nuestras amigas mentoladas favoritas
Hay alrededor de dieciséis variedades de menta con las que puedes cocinar. La primera de nuestras tres favoritas es la menta común, con su penetrante pero agradable aroma mentolado. Suele tener entre 30-60 cm de altura pero puede alcanzar el metro en la floración. Sus hojas con forma de lanza serán dentadas cuando alcancen la madurez y sus flores serán de color púrpura. La segunda sería el mastranzo, que tiene fragancia de piña, aunque el aroma no siempre sea detectable. Es buena para decoración porque sus gruesas hojas de manchas blancas tardan en marchitarse. La tercera y última es la hierbabuena, con su aroma y sabor afrutados, que va bien con muchas comidas incluyendo ensaladas, salsas y tés. Sus hojas son de un verde brillante y sus flores de color púrpura.
Pero basta de hablar y vamos al lío.
Receta: Refresco de menta
Ingredientes:
- Media taza ligeramente llena de hojas de menta frescas
- 2 tazas de refresco de lima
- 2 tazas de soda
- 4 rodajas de lima
Separa cuatro hojas de menta para decorar y pasa el resto junto con el refresco de lima por la licuadora hasta que la lima haya quedado cortada finamente. Añade la soda y remueve. Sírvelo en vasos altos sobre hielo y decóralo con las hojas de menta que has reservado y las rodajas de lima. Realmente mágico. Una y otra vez. Y ahora a refrescarse ¡calentorr@s!