Por Marco Barneveld
En 1652, el libro The Complete Herbal, de Nicholas Culpeper, incluyó una introducción en la que se afirma que “un brebaje a base de raíces de espárragos hervido en vino y tomado en ayunas durante varias semanas seguidas desata lujuria tanto en hombres como mujeres”. Y es que puede que la forma fálica de los tallos estimule la mente, pero lo que está científicamente comprobado es que los espárragos actúan como un diurético que aumenta la cantidad de orina expulsada excitando así los canales de la orina.
El espárrago también contiene notables cantidades de ácido aspártico y aminoácidos que neutralizan el exceso de amoniaco que permanece en nuestro cuerpo y que puede hacer que nos sintamos cansados y sin deseo sexual. Según los investigadores, ser que se han llevado a cabo experimentos con sales de potasio y magnesio de ácido aspártico en los que se los pacientes se han recuperado de casos de cansancio crónico y se ha mejorado la respuesta sexual.
Probablemente no exista otro alimento que aparezca tanto en textos poéticos de temática amorosa con sexo y/o obscenidades explícitas como el espárrago, desde la poesía griega a la del romano Catullus. Igual ocurre en la literatura China e India, cuyo Kama Sutra afirma que “tomar un brebaje compuesto de espárragos estimula el vigor sexual”.
Suele ocurrir que cuando los espárragos aparecen en una conversación esta acaba pasando por el cuarto de baño en algún momento, porque no deja de sorprendernos el peculiar olor que confieren a la orina. Pero, ¿por qué?
En 1891, un científico llamado Nencki estaba tan aburrido que convenció a cuatro chicos para que se comieran siete kilos de espárragos. Después recogió muestras de sus orinas, puso en práctica algún tipo de magia medieval y llegó a la conclusión de que el olor resultante era debido a un metabolito llamado metanotiol. Necki concluyó que cuando nuestro cuerpo metaboliza los espárragos produce este químico oloroso, el cual nuestros refinados riñones deciden derivar a la vejiga.
¡Pero esto no es todo familia! El espárrago, no solo te motivará sexualmente y hará que tu orina huela raro, sino que ¡también tiene poderes medicinales! Podemos considerar al espárrago como una lanza cargada de beneficios para la salud que nos ayudará a luchar contra los efectos de la edad y las enfermedades.
El espárrago está repleto de nutrientes: fibra, vitaminas A, C, E y K, y cromo, microelemento que mejora la capacidad de la insulina de transportar glucosa de la sangre a las células. También es especialmente rico en glutatión, un compuesto desintoxicante que ayuda a romper carcinógenos y otros compuestos dañinos como los radicales libres, que es la razón por la que comer espárragos puede ayudar a protegerte y luchar contra algunos tipos de cáncer como el de huesos, mama, colon, laringe y pulmón. Además, el espárrago puede ralentizar el proceso de envejecimiento, reducir la presión de la sangre y ayudar en otras enfermedades del corazón.
Y ¿qué me dices de esta variedad del espárrago que nos gusta tanto en Europa? En realidad, no se trata de una variedad, ya que se trata del mismo viejo amigo verde solo que blanqueado. ¿Blanqueado? Sí, cubierto con más de 20 cm de abono para protegerlo de la luz del sol y con ello del proceso de fotosíntesis, y recolectado justo antes de que la punta atraviese la superficie del sustrato. ¡Inténtalo!
Los espárragos son una planta perenne, por lo que puedes tener maravillosos regalos todos los años entre final de abril y principios de mayo, pero para obtener beneficios de tu propio jardín de espárragos tendrás que esperar tres años. Los espárragos no deberían ser recolectados el primer año de siembra y solo una pequeña porción podría serlo en el segundo año, pero a partir del tercer año siempre estarán disponibles desde abril a mitad de junio.
A partir de esa fecha no deberían recolectarse más espárragos, para que los que queden en la planta se conviertan en tallos de frondoso follaje, lo que ayudará a que las plantas creen reservas alimenticias para la cosecha del siguiente año. Los espárragos jóvenes deberán ser recogidos cuando midan entre 10-15 cm, cortándolos a 5 cm por debajo de la superficie. La mejor manera de hacerlo es con un cuchillo para espárragos o un cuchillo de cocina de sierra. Los espárragos saben mejor cuando están frescos, pero suelen durar 3-4 días en el frigorífico.
Déjales su abundante follaje durante todo el año, pero recuerda que la luz del sol es importante para la vida de todas las plantas, así que plantalos a cierta distancia del resto de los vegetales de tu huerto, de modo que no se priven unos a otros de la luz del sol.
Si habitas una zona de clima frío y el terreno es denso, intenta cultivar la variedad Guelph Millennium, que puede ser plantada en primavera o en otoño. Las cenizas de madera y el abono con hojas de roble ayudarán a repeler los gusanos.
Siembra las garras de espárragos en zanjas de unos 30 cm de ancho y 15 cm de profundidad en la cama de tierra que hayas preparado para el cultivo. Esta debe tener, aproximadamente, 1,20 m de largo y estar libre de hierbas y raíces. Asimismo, debe encontrarse en un lugar soleado y el suelo debe drenar bien y ser rico en nutrientes. Una misma garra de espárragos puede durar hasta 20 años o más, así que ¡escoge bien el sitio!
Necesitarás 3 cucharadas de mantequilla, un puñado de espárragos verdes y/o blancos frescos, tres dientes de ajo laminados y algo de sal marina. Derrite la mantequilla en una sartén a fuego fuerte y añade el ajo y los espárragos. Espolvorea la sal y remueve hasta que los espárragos estén tiernos y las puntas crujientes. ¡Ñam!